miércoles, 10 de octubre de 2012

Cuando apenas sonríes mi dueño




He vagado en ardiente morada
y sentido el preludio de cuerpos
cuando beso el instante que amabas.

 Y te quiero de nuevo en mi aurora
añorando tu sexo que atrapa,
porque soy en tus brazos gaviota.


Sé que elevas al cielo mi aliento
y en preclaro horizonte me escapo:
cuando siento el susurro discreto.

 Me sujeto al edén que fusiona
el delirio de amar tus requiebros
y el instinto viril que eclosiona.


Cuando anidas mi alma travieso
en la luz cenital que se postra,
ante el gozo sagrado y dantesco.


Floreciendo el adagio en mi boca
cuando apenas sonríes mi dueño:
y el placer clandestino trasnocha.
 


 

 

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