jueves, 24 de noviembre de 2011

Aquel crepúsculo ingenuo.



En la vigilia dorada
de aquel crepúsculo ingenuo,
cual lentejuelas bordadas
 en las hojitas de trébol,
danzaban hadas y duendes
a la luz de un buen lucero.


Con alas de fantasía
la doncella de los versos,
vestía la poesía
con cada hojita de trébol
 y sus ojos destellaban
el brillo del buen lucero.


Celeste noche encantada
de doncellas y luceros,
de elfinas y hadas doradas
 con melodías de trébol,
cayendo desconsoladas
con el arrullo de un sueño.


En las manos delicadas
de la doncella del verso,
una deidad desolada
asustada del misterio,
pide clemencia y se arropa 
en conjuro de silencio,
para recibir divina
el destello del lucero.


Así recrea la imagen 
 con la prosa de los sueños,
la poesía encantada
con su candil hechicero,
evocando los instantes
que la luz del buen lucero,
bendecía el espejismo
de aquel crepúsculo ingenuo,
con el enigma de un hada 
en melodías de versos . 





1 comentario:

  1. Bello poema que mezcla tantos detalles entre la narracion y la poesia con hermosas imagenes. Excelente sin dudas.

    ResponderEliminar