viernes, 23 de marzo de 2012

Fecundo en el azar.


El fruto sale ileso al horizonte,
 corteja su renuevo  reluciente
diademas del rocío de la noche
y el cálido misterio que lo asperge.

Fecundo, en el azar que lo sostiene,
tan regio entre el verdor de sus primores,
renace del sudario que adormece
el lúgubre silencio de rencores.

El fruto del amor que no mendiga
sagrado vencedor de las tinieblas,
acopla en  su vital naturaleza
el rostro de la luz que lo fascina.

Celebra el regocijo y la osadía,
la diáfana ternura del amante
y besa con su aroma los instantes
arcanos de las noches y los días.

Audacia del misterio que fecunda,
la aurora en su atrevido desafío,
brillante seducción que la cautiva
plegada ante el verdor del acertijo.

Ileso en el incógnito horizonte
 se aferra el renacer del peregrino,
fecunda en la eclosión del brote noble
las gemas de la aurora en su delirio,
 besando primaveras en los montes
y azares cual denuedo del lirismo.

Fecundo en el azar, verdes primores,
pinceles que acarician lo genuino,
indemne  del silencio y de rencores,
el fruto que se acopla a lo divino:
Sensible primavera del sinsonte,
cual eco de la alondra con su trino.


1 comentario:

  1. Hola Aimée, es muy lindo tu poema, una eclosíón de despertares renacidos en la primavera, con pinceladas de luces y colores, llenos de metáforas...

    Fecundo en el azar, verdes primores,
    pinceles que acarician lo genuino,
    indemne del silencio y de rencores,
    el fruto que se acopla a lo divino:
    Sensible primavera del sinsonte,
    cual eco de la alondra con su trino.

    Un abrazo en las alas de un verso.

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