jueves, 15 de marzo de 2012

Te recuerdo.


Te recuerdo casi niña en la pradera
en el verde resplandor de la llanura,
te recuerdo entre los campos de azucenas
con aroma de jazmín en la espesura.

Me recuerdo del arroyo que a su paso,
salpicaba con rocío la alegría,
me recuerdo del primor de la campiña
y del aire bendecido por su encanto.

Junto al cedro el escondrijo clandestino
del encuentro inasible de los besos,
las cobijas del azar de aquellos sueños
que atesoran como joyas el idilio.

Son recuerdos que repasan mis memorias,
que extrapolan el pasado a mi remanso,
son pasajes perpetuados por la historia
cual dilecta orfebrería de los años.

Te recuerdo entre tonadas y palmares,
en el toque ancestral de los  tambores,
en el vuelo tricolor de sus primores
y en la cálida delicia de sus mares.

En la ceiba legendaria del paraje,
donde habitan tomeguines y sinsontes,
aún recuerdo las deidades y las flores:
conjurando el misticismo del  paisaje.

Te recuerdo afortunada, casi niña
en la gracia del renuevo adolescente,
como el sueño juvenil de la utopía
cual  quimeras que en campiñas amanecen .



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