miércoles, 27 de noviembre de 2013

Gracias Señor por la vida


Gracias te doy Padre mío
por el Sol y las estrellas,
por perdonar las querellas
y bendecir el rocío.
Espiritual desafío
al comenzar la mañana,
llena de luz mi ventana
con el verbo peregrino
y el Espíritu divino
cual promesa soberana.
 
Sabio hacedor compasivo
te doy gracias por amarme,
por estar, por consolarme
en mi hastío fugitivo.
Compañero reflexivo
que no cobra su factura,
fiel amigo en la aventura
misionero y sin fronteras,
en desiertos, primaveras
persuadiendo con ternura.
 
Gracias te doy en mi aurora
cuando la noche no impide,
el rosicler que coincide
con la oración salvadora.
Cual plegaria vencedora
renovando sentimientos,
se elevan los pensamientos
hasta el arca de la alianza
con el poder, la esperanza
que multiplican talentos.
 
Tu palabra es el remanso
y el nutriente que da calma,
es alivio para el alma
laboriosa en el descanso.
Ofrece su verbo manso
en el dolor, la penuria,
en el quebranto, la injuria
ensalzando la grandeza,
la santidad, la nobleza
despojada de la furia.
 
Gracias te doy por la Luna
confidente de mis penas,
por las promesas serenas
y la caricia oportuna.
Tu presencia es la fortuna
que no turba ni atropella,
es paciente cuando sella
el Pacto de amor y vida,
con la verdad asumida
en el Cenit que destella.
 
 
 

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