La hora gris, esa que duele,
la misma que domina en las esperas,
aquella solapada entre quimeras
en tanto en la indolencia nos flagele.
Grisáceo andar junto al azar que se conduele
la hora gris en el pesar de la tristeza
tanta maldad deshumaniza en su pobreza
haciendo que el rencor nos encarcele.
La hora gris, la que arrebata
la misma que se escuda en el hastío,
que sufre ante el rechazo y el vacío
en tanto el desamor nos desbarata.
Cansancio adverso en el abismo que delata
lo angosto vitupera el desencanto,
insulta la bondad hasta el quebranto
que insulso en lo profano se aquilata.
La hora gris blasfema en el abismo,
acosa entre el tormento y la agonía,
disfraza la falacia en poesía
en tanto reverbera su espejismo.
Flagela la obsesión del cataclismo,
ahoga hasta el engaño e idealiza
la falsa humanidad que aterroriza
en medio de un absurdo fanatismo.
Hoy pido ante el sagrario que se absuelvan
las culpas escudadas en desvelos,
que alcorcen horizontes los anhelos
y eternas primaveras nos devuelvan.
Que oscuros desatinos se disuelvan
y el gozo en el espíritu revuele,
la gélida nostalgia se deshiele
y hostiles discordancias se resuelvan.