Sabe la luna del sueño
del hacer y del rocío,
sabe del sol, del estío,
de la luz y del empeño.
Sabe del verso que es dueño
del sentimiento que emigra
y aunque el anhelo peligra
cuando el odioso se aferra,
la maldad jamás destierra
toda esperanza genuina.
Solo el amor ilumina
horizontes divergentes
y entre versos convergentes
se alucinan primaveras.
Ideales y quimeras
esplenden como luceros,
ingeniosos mensajeros
de esa luna que me inspira,
obsequiándome la lira
en dadivoso desvelo.
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