domingo, 18 de diciembre de 2011

Tu rostro bendice el alba.

Cada mañana tu rostro bendice el alba cual cascada de ternura, aceptación y confianza. El rocío de la luna se despide con la sensación del amor que nos profesas como dueño y arquitecto de las almas.
Jesús de Nazaret,  a ti dedico el eco de mi versos y mis letras, perfecto donador de obras sublimes y amigo inseparable de mis penas.

Tu rostro bendice el alba
 
En  brisa matinal llegas confiando
senderos hacedores de esperanzas,
 que inspiran añoradas alboradas
y  alivian el periplo de quebrantos.

Aún en la tormenta conflictiva 
cual nubes como lágrimas de azares,
allanas el presente intolerable
haciendo de la acción verbo que inspira.

Si exiguos laberintos de quejidos
flagelan  el crepúsculo del alba,
acercas tu palabra en la nostalgia
barriendo el infortunio del abismo.
 
No claudicas iluso y convencido
si el dolor se atenaza en desconfianza,
tu acción en la verdad se hace constancia:
hacedor de quimera en el hastío.

Resplandece el amor en lo genuino
 del perdón justiciero que no humilla,
 sanador en las brumas que castigan 
y Señor del sendero compartido.
 
 




 

Jesús de Nazaret,  luz y camino,
palabra de renuevo y añoranza,
bendices la alborada en su fragancia
andante misionero peregrino
.

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