Había pactado la noche con su estigma
y el claro de la luna su velo matizaba.
Había consagrado el beso en la delicia,
azar de cautivar neófita su alianza.
Y ella acompañaba sus mitos con el arpa
y el claro de la luna su rostro contemplaba.
Había consagrado su tiempo de añoranza
y el néctar de la noche sus ansias mitigaba.
El templo de aquel bosque, augurios vislumbraba
y acordes de la noche pactaban con el arpa,
oráculo de arpegios, melódica algazara
y el éxtasis de un sueño besado por el alma.
El dulce frenesí sus musas suspiraba
y el templo de aquel bosque arúspice guardaba,
el velo de aquel sueño neófito de alianza
cantando con la luna el ángelus del alba.
Y ella cobijaba el velo de su alianza
y el claro de la noche sus huellas matizaba.
Había consagrado de arcanas alabanzas,
el mito del crepúsculo: averno de su alma.
Y Bella aún sonríe sus noches con el arpa
y habita sus hechizos cual ninfa enamorada.
Consagra en el secreto de atávicas alianzas
el pacto que reserva eterna su alborada.
Me inspiré en la Zaga de Crepúsculo, esa historia de amor que cautivó mis vivencias de estos últimos años.
ResponderEliminarAsí como Tristán e Isolda, como el pacto de amor entre Romeo y Julieta, Bella y Edward sellan una historia sublime de complicidad, sacrificio y entrega.
El crepúsculo seductor, escenario leal del amor entre Bella y Edward,sella pactos y alianzas con la eternidad.
ResponderEliminarLa historia sublime y apasionada de los Cullen, cautivó la musa de mi inspiración.
Así sucede, pactar amor es alianza de vida, es sobreponernos a las caídas del espíritu, es sacrifico en el dolor y júbilo en la alegría.
ResponderEliminarEs renacer en el sendero de la eterna lealtad y complicidad absoluta.
Es descubrir en el ser amado la otra mitad de nuestra vida.