viernes, 13 de julio de 2012

Un convite imaginado




Al convite de la Luna
llegan los duendes dorados,
con el rocío de plata
y los celestes adagios.
Llegan pléyade de ninfas,
llegan ondinas del lago,
donde reposan los versos
y los tesoros del prado.


Con la corona princesa
y un zafiro enamorado,
llega al convite la estrella
y el lucero despreciado.
No hay rencores, ni anatemas,
todos llegan sin reparos,
silfos del viento planean
el umbrático encantado.


Es eglógico el sendero
del convite ponderado,
donde convergen los sueños
de bohemios y corsarios,
errantes duendes de azares
 y aventureros osados,
que desquitan sus rencores
en peregrinos atajos.
  


Y yo que al soñar despierta
este mito me ha inspirado,
en la ficción de la estrella
con el lucero callado,
elfos y luna viajera
y analectas del remanso,
cual fantástica leyenda
de un convite imaginado.



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