Tan frágil cual la espuma se disipa,
superflua y baladí entre la niebla
la nimia sensatez de la tristeza,
que escucha el sollozar de su partida.
Vorágine que ahuyenta la desdicha
y añora cada ápice del lecho,
que augura la fragancia y la osadía
rompiendo desamparos y despechos.
Tan llena de virtudes se aparece
lozana la pasión que no escatima,
retando a la rutina que somete,
al duelo de nostalgia que esclaviza.
No es tiempo de amarguras, ni ventiscas,
el aura del idilio nos ordena,
al fresco desatino de caricias
y al céfiro besar en las praderas.
Abierta a la esperanza que se entrega
al tierno desconcierto de los cuerpos,
cabalga el cenital acoplamiento,
al clímax culminante del deseo.
Trivial brizna de penas se confinan,
endebles al recuerdo de un ocaso:
¡ No más duelos inertes que castigan,
no más fútiles huellas del pasado !
La densa soledad hoy se disipa
insípida, pueril en su desgano,
tan frívola de noches sin sonrisas
y triste sin el roce de unos labios.
Exhausta del placer que ha contemplado,
la noche del egregio compromiso
despide la pereza y el cansancio
al piélago desierto del abismo.
¡ Tan frágil cual la espuma te silencias,
en vacuas sensaciones del olvido !
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