viernes, 17 de febrero de 2012

El néctar del olvido



Efímeras palabras golpearon  mis oídos,
tan breve fue el instante, precarios los instintos,
que yo bebí en el cáliz el néctar del olvido:
cual frágil pasajera que besa su destino.







Prosaico fue el momento, sin tacto ni remilgos.
La praxis abandona deidades del mutismo.
Tu amor condicionado cual límbico espejismo,
se esfuma entre cenizas de un mundo subjetivo.

Edicto que decreta su tiempo como un ciclo.
Mandato que proclama preceptos de egoísmos.
Y yo miro en tus ojos: sofismas de ese mito,
que trascendió barreras de languidez y hastío.

Voracidad ingrata, sin magia de altruismo,
hoy marcan tus axiomas de absurdo pragmatismo.
Y recordar no quieres, cuando acepté el vacío
de tu vida apagada, ascética, sin brillo,
sin estigmas del ego: que hoy es mi castigo.

Efímeras quimeras, seráficos idilios,
fueron tan solo eso: falacias, misticismos.
Misántropos los sueños en lagos de egoísmo,
memorias de las huellas postradas del destino:
mientras yo bebo el néctar, del cáliz del olvido.


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